La Catedral de Sevilla es conocida mundialmente por ser el templo gótico más grande del mundo, y el tercero en extensión de toda la religión católica, sólo superada por San Pablo de Londres y San Pedro del Vaticano. Es, desde 1987, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, junto al Real Alcázar y el Archivo de Indias. Pero además de su gran importancia arquitectónica, la Catedral de Sevilla guarda en su interior numerosos tesoros: objetos únicos, históricos y artísticos que a veces pasan desapercibidos para las personas que la visitan.
La tumba de Cristóbal Colón
Empecemos por uno de los más conocidos: la tumba de Cristóbal Colón. Un monumento funerario que se diseñó para ser colocado en la Catedral de La Habana pero que la pérdida de la colonia de Cuba en 1898 hizo que se trasladara de nuevo a España. Así, en 1902 se decidió que el cuerpo del almirante que descubrió América para Europa descansara en la Catedral de Sevilla, cerca de su adorada Virgen de la Antigua, imponiéndose así a otros emplazamientos que se barajaron. Con ello se ponía fin a un periplo que llevó al cadáver de Cristóbal Colón a visitar numerosas ciudades y países. Porque si Cristóbal Colón se caracterizó en vida por ser un gran viajero, una vez muerto no lo fue menos, ya que su cuerpo sufrió varios traslados: el Convento de San Francisco, en Valladolid; el Monasterio de la Cartuja, en Sevilla; la Catedral de Santo Domingo, en la República Dominicana; la Catedral de La Habana, en Cuba; y finalmente, la Catedral de Sevilla.
Estos numerosos traslados han hecho que existiera cierta polémica sobre dónde están realmente los verdaderos restos del marino, privilegio que aseguran tener también tanto Santo Domingo como La Habana. Por ello, en 2006, un equipo de investigadores de la Universidad de Granada demostró con una prueba de ADN que efectivamente quién está enterrado en la Catedral es Cristóbal Colón. Sin embargo, esta misma prueba demostró que aquí sólo está el 15% de él, sin que hasta ahora se sepa si el resto está en Santo Domingo (el equipo de investigadores no obtuvo el permiso para realizar estas mismas pruebas allí) o incluso se perdió por el camino en los múltiples traslados que sufrió.
El magnífico monumento que recuerda al Almirante es obra de Arturo Mélida. Como hemos dicho, se proyectó para la Catedral de La Habana y en el diseño original tenía una base inspirada en los templos aztecas. El sepulcro representa a cuatro heraldos simbolizando los reinos de la Corona española que portan sobre sus hombros el féretro cubierto por el pendón de los Reyes Católicos. Cada uno, en sus ropajes, llevan símbolos representativos de los reinos de Castilla (castillos y coronas), León (leones y granadas), Navarra (cadenas) y Aragón (rayas verticales y murciélagos). Los dos que están al frente, Castilla y León, llevan además un remo marcado con un animal marino símbolo de sus viajes, en el caso del primero; y una lanza que atraviesa la media luna de la religión musulmana y culmina pinchando una granada símbolo de la victoria de la Fe cristiana contra la musulmana, en el caso del de León. En el pedestal de piedra y mármol se puede leer: “Cuando la isla de Cuba se emancipó de la madre España, Sevilla obtuvo el depósito de los restos de Colón y su ayuntamiento erigió este pedestal”.
La tumba de Hernando Colón
No tan destacada como la de su padre, pero en la Catedral de Sevilla también podemos encontrar la tumba del hijo de Cristóbal Colón: Hernando Colón. Hernando fue una persona muy culta que dedicó gran parte de su vida a reunir una amplia biblioteca. Tras su muerte, esta biblioteca pasó a manos de la Catedral, formando parte de la Biblioteca Colombina (nombre en su honor) que hay en uno de los laterales del Patio de los Naranjos. Hernando también es conocido por haber plantado un ombú en el Monasterio de la Cartuja en honor a su padre, ya que Cristóbal Colón quedó enamorado de este árbol en uno de sus viajes a América. Como Hernando aprovechó que viajó con él en su tercer y último viaje para conseguir las semillas. Durante algunos años, el cuerpo de Cristóbal Colón estuvo enterrado a los pies de un árbol que aún hoy podemos admirar si vistamos los jardines del antiguo Monasterio.
La tumba de Hernando Colón en la Catedral destaca sobre las demás gracias a un recubrimiento de bronce que el cabildo catedralicio mandó colocar.
El Altar Mayor
La majestuosidad de la Catedral de Sevilla debería verse correspondida con un Altar Mayor acorde a las grandes dimensiones del recinto, y así es, porque su retablo de madera está considerado como el más grande de la cristiandad y una de las estructuras de madera policromada más espectaculares de su tiempo. Es tan grande que necesitó de varios años y de varias personas encargadas de su ejecución para estar completamente terminado. El retablo consta de 44 relieves y más de doscientas figuras de santos, y está rematado por un Calvario gótico del siglo XIV, conservado desde antes y que se decidió incorporar al retablo. El crucifijo que preside el Calvario recibe tradicionalmente el nombre de Cristo del Millón, por el millón de gracias concedidas al pueblo de Sevilla en tiempos de epidemias. En el cuerpo central se narran los hechos más importantes de la vida de Jesús y la de la Virgen, desde el nacimiento de ésta hasta la Resurrección de Jesús y la venida del Espíritu Santo. En los laterales se representan otros hechos bíblicos como la creación de Eva, el Juicio Final o la conversión de San Pablo.
Y si miramos arriba (para no dejarnos el cuello hay un precioso espejo que lo refleja) podemos ver el crucero de la Catedral y el cimborrio. Un cimborrio es un elemento arquitectónico que se eleva sobre el crucero de una iglesia en forma de torre y que sirve para proporcionar luz al interior del templo y para destacar el lugar donde se ubica la Capilla Mayor. El cimborrio de la Catedral de Sevilla se caracteriza por su poca altura, algo poco habitual en las iglesias góticas y que se explica porque no es el original, que se vino abajo en 1511, poco después de la inauguración oficial de la Catedral. No fue la única vez que se cayó, ya que en 1888, tras un terremoto, también se desplomó y fue preciso reconstruirlo. Entonces se tomó la decisión de que no fuera muy elevado para reforzar su estructura y evitar un nuevo desplome.
El Altar de Plata y el órgano
Junto al Altar Mayor, destaca el llamado Altar de Plata, una estructura que antiguamente se montaba en la Capilla Mayor en fechas señaladas: Corpus Christi, Inmaculada Concepción y Triduo de Carnaval. Hoy en día tiene carácter permanente junto a una de las puertas que comunica con el Patio de los Naranjos. Antiguamente, este altar constaba de más piezas, pero durante la época de invasión francesa se trasladó a Cádiz de 1810 a 1813 y allí se vendieron varias piezas para subvencionar los gastos de la guerra de Independencia.
Los mismos días en los que se monta este Altar en la Capilla Mayor es cuando bailan los seises, un grupo formado por 10 niños que ejecutan una danza sagrada. Este grupo tiene su origen en los niños cantores que recibían educación y manutención de la Iglesia. Al principio, eran sólo 6 niños, de ahí el nombre de seises. No se sabe a ciencia cierta cuándo empezaron a bailar en la Catedral, pero la referencia más antigua que existe es de principios del siglo XVI, aunque no es hasta el siglo XVII cuando se institucionaliza que bailen todos los años por motivo del Corpus. En 1654 se extendió a la festividad de la Inmaculada, y en 1695 a la de Carnaval. Según una leyenda, el Arzobispo Palafox quiso prohibir estos bailes, y el Papa dijo que podrían hacerlo mientras duraran sus trajes. Es por eso que los trajes que utilizan se remontan al siglo XVI y han durado hasta hoy gracias a los arreglos del Cabildo.
Un poco más adelante vemos uno de los órganos, porque en realidad son dos órganos independientes, aunque se pueden unir y ser tocados desde una consola central. Datan del siglo XVIII y se utilizan a diario para la misa de canónigos y en actos litúrgicos especiales, además de en conciertos y actos extraordinarios. Su gran tamaño y especial sonido lo hacen único.
En próximos artículos seguiremos viendo qué más tesoros esconde la Catedral de Sevilla, uno de los edificios más importantes de la cristiandad.