El Alcázar de Sevilla es uno de los monumentos más bonitos y visitados de la ciudad. Su función como fortaleza y residencia real, primero con los árabes y después con los cristianos, hizo que
numerosos reyes pasearan por sus estancias y modificaran su estructura para adecuarla a sus gustos. El objetivo de estas modificaciones era, por un lado, convertir el palacio en un lugar que impresionara a sus visitantes, y, por otro lado, hacerlo un
lugar seguro e inexpugnable. Por ello, en una época de tantos enfrentamientos e intrigas políticas, es normal que los reyes que lo habitaron
incluyeran en sus planos puertas y pasadizos secretos que facilitaran su huida en caso de peligro.
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